Cuentan historias, Historias de muchos…
De un niño sagrado vuelto al olvido
Cuentan historias, historias de muchos...
Caminando en una calle un joven con un niño se topo. El aspecto del infante era pálido y su arreglo descuidado, ojos profundos y sus labios cerrados de secos.
- ¿Que haces aquí en lo oscuro niño?. -El joven le pregunto. Y la carita del niño le vio con tristeza.
-¿Te has perdido? Donde están tus padres? ¿Donde vives? -le pregunto.
El pequeño no tenia palabras, los bellos ojitos decían todo; susurraban palabras silenciosas.
Sus pasitos le llevaban hacia un gran templo negro, lleno de ojivas y pináculos.
El niño asintió; le contesto con cohibido gesto. Y con su manita al joven jalo hacia adentro. Cuando vio fuera del templo habían millones de niños de negras vestimentas y pálidos rostros, cada uno con un templo en una oscura sinfonía de la disonancia.
Su carita e inocencia le guiaban mientras hacia abajo el joven le observaba, en aquellas oscuridades desoladas. Le llevaba en un mundo tan distinto, solo el suelo donde se caminaba se veía lo demás era negro profundo y cielos grises adornaban donde tendria que haber techos.
-¿Donde vives mi niño olvidado?
Sus ojos profundos le miraron, y un grito horrible de su boquita salió.
-AAAAAAAAAAAAAAA!!! –se escucho… rompiendo sus labios, sangrándoselos y sus ojos llorando en sincronía con su inquietante grito.
La pequeña criatura le miro y le señalo el corazón a aquel joven. Un lamento y un alarido salieron de su boca; espantoso y letal , el dedo del pequeño inflamaron sus venas, y oscureció su piel del pecho.
Cuando llegaron a donde estaría el altar, El joven pregunto:
- ¿Es aquí donde vives pequeño?. –
Pronto el niño tomo un osito con ojos de botones negro y miro al joven, luego le señalo hacia dentro del altar.
Él se acerco y abrió una puerta tras ese lugar, donde la criaturita le indico, vio que lloraba lágrimas negras un tallado en madera en esas puertas, vio fijamente con intensa inquietud y vio una silueta en lo oscuro.
Se acerco mas y mas, viendo la silueta y descubrió que era su reflejo. Volvió la mirada hacia el niño, pero ya no estaba ahí.
Regreso al espejo y ya no era su silueta la que el joven veía, era el niño que estaba fuera hace un momento, el que sustituyo su reflejo. Le veía con frialdad tenebrosa sin un sentimiento como las antiguas esculturas griegas arcaicas.
Su expresión exploto aquella inexpresividad arcaica que su pequeño rostro poseía, grito sin consuelo, sus ojos negros y atrapantes; le tomo de las manos y le jalo hacia dentro del vacío espejo....
-¿De Donde eres niño?! ¿Quien eres?
El le vio y el niño lo jalo adentro del espejo, desendio al vacío.
Cayendo a aquella azotadora tormenta de silencio, de horrible olvido, pronto descendió a esa terrible oscuridad cuando escucho un siniestro -Tu... susurrado en la tiniebla, una tardía respuesta...
Se detuvo su caída dentro de su propio cuerpo...
El joven abrió los ojos... Llorando con amargura...
El niño era él y le había matado en el olvido.
En los sistemas que doblegaron su alma y abandono sus sueños y su esencia...
El infierno era un lugar vacio, acompañado del lamento de un niño...
Angelo Nox V. (Selim Zablah)
5 de octubre de 2011
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